La vida es imposible sin agua, y cuando ésta escasea no hay nada que pueda sustituirla. Todas las personas necesitan tener acceso al menos a una cantidad mínima de agua para llevar una vida saludable. Algo tan básico y que sin embargo no cubre las necesidades de gran parte de la población mundial.
Para muchas personas, el agua forma parte de su vida diaria y no reparan en ella, les basta con abrir el grifo para beber y para cubrir sus necesidades a lo largo del día, sin embargo, para millones de personas, el agua es un lujo.
En numerosas zonas del mundo el agua no es un derecho, es un privilegio. Sin embargo, ¿sabías que el agua potable y el saneamiento están reconocidos como derecho humano desde 2010? En la Resolución 64/292 de la Asamblea General de las Naciones Unidas se reconocen estos derechos.
La citada resolución reconoce explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento (DHAS), reafirmando que un agua potable limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos. La Resolución exhorta a los Estados y organizaciones internacionales a proporcionar recursos financieros, a propiciar la capacitación y la transferencia de tecnología para ayudar a los países, en particular a los países en vías de desarrollo, a proporcionar un suministro de agua potable y saneamiento saludable, limpio, accesible y asequible para todos.
En noviembre de 2002, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales adoptó la Observación General nº 15 sobre el derecho al agua. El artículo I.1 establece que «El derecho humano al agua es indispensable para una vida humana digna». La Observación nº 15 también define el derecho al agua como el derecho de cada uno a disponer de agua suficiente, saludable, aceptable, físicamente accesible y asequible para su uso personal y doméstico.
El derecho al agua tiene por fin garantizar a cada ser humano una cantidad mínima de agua de buena calidad y suficiente para la vida y la salud; es decir, que permita satisfacer necesidades esenciales como la bebida, la preparación de alimentos, la higiene y la producción de cultivos de subsistencia.
Sin embargo, miles de millones de personas en todo el mundo ven vulnerado este derecho y siguen enfrentándose a diario a enormes dificultades para acceder a los servicios más elementales. Los datos no deben dejarnos indiferentes, según Naciones Unidas:
- 3 de cada 10 personas carecen de acceso a servicios de agua potable seguros y 6 de cada 10 no disponen de acceso a instalaciones de saneamiento gestionadas de forma segura.
- Cerca de 1.800 millones de personas de todo el mundo utilizan una fuente de agua potable que está contaminada por restos fecales.
- 4 billones de personas carecen de acceso a servicios básicos de saneamiento, como retretes o letrinas.
- Cada día, alrededor de 1000 niños mueren debido a enfermedades diarreicas asociadas a la falta de higiene.
Esto son solo algunas cifras que nos dan idea de la magnitud del problema, no se trata sólo de números, detrás de ellos hay personas que están sufriendo la crisis del agua.
Los DHAS no existen de forma aislada del resto de derechos humanos; de hecho, existe una fuerte correlación entre aquellas personas que no pueden disfrutar de los DHAS y aquellas que, por ejemplo, no disfrutan de los derechos a la vivienda, alimentación, educación y salud.
Por tanto, los DHAS pueden considerarse fundamentales para conseguir la realización de muchos de esos otros derechos humanos. El agua es el elemento básico para la vida. Sin un acceso adecuado al agua potable y al saneamiento, la salud está en peligro.
La infancia es uno de los colectivos que se ve especialmente afectado por la vulneración de estos derechos.
Los niños y niñas, si están enfermos, no pueden asistir a la escuela o, si asisten, son incapaces de prestar atención. Además, los niños, y especialmente las niñas, también faltan a la escuela porque deben recorrer largas distancias para recoger agua. Las adolescentes tienen mayor probabilidad de faltar a la escuela o de abandonar sus estudios si los centros educativos carecen de retretes independientes y seguros para ellas. La falta de agua potable y la consiguiente falta de higiene también influyen en la mortalidad materna e infantil.
Pero entonces, ¿cómo se garantiza el derecho al agua?
El derecho al agua no solo implica que las personas tengamos acceso al agua potable, sino que además deben reunirse una serie de requisitos, ya que todas las personas tienen derecho a disponer de forma continuada de agua suficiente, saludable, físicamente accesible, asequible y de una calidad aceptable.
Deben de cumplirse estas condiciones:
Suficiente. El abastecimiento de agua por persona debe ser suficiente y continuo para el uso personal y doméstico. Estos usos incluyen de forma general el agua de beber, el saneamiento personal, el agua para realizar la colada, la preparación de alimentos, la limpieza del hogar y la higiene personal. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), son necesarios entre 50 y 100 litros de agua por persona y día para garantizar que se cubren las necesidades más básicas y surgen pocas preocupaciones en materia de salud.
Saludable. El agua necesaria, tanto para el uso personal como doméstico, debe ser saludable; es decir, libre de microorganismos, sustancias químicas y peligros radiológicos que constituyan una amenaza para la salud humana. Las medidas de seguridad del agua potable vienen normalmente definidas por estándares nacionales y/o locales de calidad del agua de boca. Las Guías para la calidad del agua potable de la Organización Mundial de la Salud (OMS) proporcionan la bases para el desarrollo de estándares nacionales que, implementadas adecuadamente, garantizarán la salubridad del agua potable.
Aceptable. El agua ha de presentar un color, olor y sabor aceptables para ambos usos, personal y doméstico. Todas las instalaciones y servicios de agua deben ser culturalmente apropiados y sensibles al género, al ciclo de la vida y a las exigencias de privacidad.
Físicamente accesible. Todo el mundo tiene derecho a unos servicios de agua y saneamiento accesibles físicamente dentro o situados en la inmediata cercanía del hogar, de las instituciones académicas, en el lugar de trabajo o las instituciones de salud. De acuerdo con la OMS, la fuente de agua debe encontrarse a menos de 1.000 metros del hogar y el tiempo de desplazamiento para la recogida no debería superar los 30 minutos (la distancia media que recorren las mujeres en África y Asia para ir a buscar agua es de 6 kilómetros).
Asequible. El agua y los servicios e instalaciones de acceso al agua deben ser asequibles para todos. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sugiere que el coste del agua no debería superar el 3% de los ingresos del hogar. No se puede privar a ninguna persona o grupo del acceso al agua potable por no poder pagar.
Por lo tanto, el derecho al agua supone libertades y prestaciones:
- Las libertades se dan por la protección contra los cortes del suministro, la prohibición de contaminación o la no discriminación en el acceso al agua potable.
- Las prestaciones suponen el acceso a una cantidad mínima de agua potable para mantener la vida y cuidar la salud, la participación en las decisiones relativas al agua, etc.
Una pregunta que nos podemos hacer: ¿hay suficiente agua para asegurar el disfrute del derecho humano al agua en todos los países?
Sí, hay suficiente agua para satisfacer las necesidades cubiertas por el derecho al agua en prácticamente todos los países del mundo; se trata sobre todo de una cuestión de distribución equitativa y buena gobernanza.
En promedio, el consumo global de agua en los hogares representa menos de un 10 por ciento del uso total de agua, mientras que la industria y la agricultura son los mayores usuarios. El derecho humano al agua se limita a los usos personales y domésticos. Incluso en el contexto del cambio climático, todavía es posible garantizar el agua para uso personal y doméstico, si se le da la prioridad requerida por los derechos humanos.
¿Qué debemos hacer entonces para garantizar el derecho al agua?
Deberá ser posible tener acceso al agua dentro o cerca de cada hogar, centro educativo y lugar de trabajo. Los Estados deben garantizar que las instalaciones y servicios de agua sean seguros para el acceso, y atender las necesidades de género, cultura, ciclo de la vida y privacidad.
El ser reconocido como un derecho introduce una dimensión de obligación legal internacional: Los DHAS no son algo deseable sino obligatorio. Legitima las demandas de acceso a los servicios de agua potable, saneamiento e higiene, al formularse desde el derecho.
Como personas individuales, aunque tenemos derecho a disfrutar de nuestros derechos humanos, también debemos respetar y defender los derechos humanos de otras personas, en este caso el acceso al agua limpia y saneamiento de todas las personas.
Para garantizar el acceso universal se necesita una gestión y distribución más adecuadas de los recursos hídricos existentes. Asimismo, debe prestarse mayor atención a las necesidades de saneamiento, desde la recogida de residuos hasta su tratamiento y eliminación en condiciones seguras.
¿Son el agua y el saneamiento igualmente importantes?
Sí. El agua y el saneamiento están integralmente relacionados y son igualmente importantes para una vida digna y saludable. Muchas enfermedades son causadas por la falta de acceso a servicios adecuados de saneamiento y el agua es esencial para la higiene.
Además, la falta de un saneamiento adecuado es una de las principales causas de contaminación de los suministros de agua potable, de manera que sin saneamiento adecuado es imposible tener agua potable.
Debemos ser conscientes de lo privilegiados que somos, del valor infinito del agua, que hay que gestionarla de manera sostenible y respetuosa con las personas y el planeta dejando la menor huella posible. Tenemos un arduo trabajo por delante, necesitamos redoblar todos los esfuerzos para avanzar hacia un acceso universal al agua y al saneamiento.
Por eso desde The Social Water, ante la problemática global a la que se enfrentan millones de personas, hemos pasado a la acción y estamos trabajando en proyectos que dan acceso a agua limpia a las familias, las escuelas y las comunidades más afectadas por la Crisis del Agua para contribuir con nuestra gota a que el acceso al agua sea un derecho y no un privilegio.